jueves, 27 de enero de 2011

INFOGRAFÍA: las piscinas no saludables de Lima, según la Digesa


Bien entrado está el verano en la capital. Los seis últimos fines de semana miles de limeños se desplazaron hacia las playas. Y otros miles optaron por combatir el calor en las piscinas. Los principales motivos por los cuales los bañistas eligen una alberca en lugar del mar son comodidad y seguridad. ¿Pero son realmente seguras las piscinas en Lima?
Esa es la pregunta que la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) aún no puede responder. El responsable del Programa de Vigilancia Sanitaria de Piscinas de esa entidad, Jorge Prieto, aceptó ayer que solo se han revisado 167 de las 506 piscinas públicas o de uso colectivo registradas en Lima y Callao. De esa minoría supervisada, solo el 30% cumple las exigencias de salubridad.
Sin embargo, el usuario no tiene cómo saberlo. Ni los certificados que emiten las direcciones de salud ambiental (DISA o Diresa) ni los de desinfectación que otorgan empresas privadas ni las licencias de funcionamiento de los municipios son garantía suficiente. “Lo que tienen que exigir los bañistas es que los locales exhiban el sticker distintivo del Ministerio de Salud que califica a las piscinas como saludables y seguras”, explica el funcionario de Digesa.
Sin embargo, los autoadhesivos a los que se refiere simplemente no existen. Así lo constató este Diario en un recorrido por el centro y el sur de la ciudad, donde fue imposible hallarlos.
HACIA EL FINAL DEL VERANO
Más tarde, Prieto explicó que, en efecto, todavía no se han colocado. “Lo que pasa es que recién hace unos días hemos definido cómo vamos a implementarlos”, se excusó. El sistema de calcomanías distintivas, sin embargo, fue anunciado hace ya dos veranos por el propio ministro de Salud, Óscar Ugarte.

“Ahora que ya está todo definido, esperamos terminar de colocar los autoadhesivos en unos 15 días”, añadió Prieto. Ese plazo parece optimista, si consideramos que demoró todo diciembre evaluar solo un tercio del total de piscinas de la capital. El personal de salud –que según Prieto es muy escaso– deberá volver a esos establecimientos ya monitoreados para otorgar las calcomanías, y continuar luego con las 339 piscinas aún no inspeccionadas. De hacerlo al mismo ritmo, se terminaría con el trabajo hacia el final del verano.
PESCAR ENFERMEDADES
Muy entusiasta, Rosa Pérez Silva se tomó ayer el día libre para ofrecer a los siete pequeños de su casa un memorable día de vacaciones. Lo malo es que la familia optó por una de las piscinas de Lurín que la Digesa señala como no saludables. En esas aguas aparentemente limpias, sus niños se zambullían y hacían piruetas. Y ella los observaba complacida, sin imaginar que bacterias, parásitos y virus los amenazaban. El local no tenía agua en los baños. Y por ello a los usuarios no se les exigía cumplir una regla básica: ducharse antes de ingresar a la alberca. Tampoco se divisaba un lavapiés. Y menos un salvavidas.

Conjuntivitis, hongos, infecciones urinarias, diarrea, cólera y hepatitis A y B son algunas de las enfermedades que se pueden adquirir en una piscina de esas características.
Los factores por evaluar son calidad microbiológica (cloro, coliformes, turbiedad), equipamiento e instalaciones (baños, duchas, sistema de recirculación), limpieza (del local y del estanque) y documentos en orden (libro de registro y aprobación sanitaria).
A SU SERVICIO
1. Aunque la única garantía de piscina saludable es la calcomanía distintiva del Minsa, el usuario puede advertir a simple vista elementos imprescindibles en una alberca pública o de uso colectivo.
2. Duchas, lavapiés, baños y vestuarios deben mantenerse limpios. El fondo del estanque no debe mostrar elementos extraños. La piscina debe contar con un equipo de bombeo.
3. Cámaras, vallas, salvavidas y botiquín de primeros auxilios (o tópicos) son necesarios en las piscinas grandes. Si miden más de 300 m², se requieren dos salvavidas.
4. El personal del local debe hacer el seguimiento del mantenimiento de la piscina en un cuaderno.
EL DATO
Cloro adecuado
De 0,4 a 1,2 miligramos de cloro por litro de agua debe tener una piscina. Una cantidad mayor maltrata la piel y el cabello. Menos, no protege

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